Historia para la muerte y el olvido.
“que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos”.
León Felipe
Rosa era una mujer de 81 años que, junto con muchas y muchos de su generación, levantaron este país desde las ruinas de la guerra y lucharon por cambiarlo hasta que alcanzamos la democracia.
Rosa después de haberlo dado todo, seguramente se quedó viuda, con una pensión de esas que no llegan ni para comer (la pensión de viudedad mínima para 2016 es de 481,60 € y el SMI es de 655,20€ mensuales). Cuando toca supervivencia se deja de pagar el alquiler, el agua, la basura, la luz… La malnutrición va afectando a la salud y la vida, poco a poco, se va degradando. Se encierra en casa y con el tiempo deja de existir para el vecindario, la debilidad le lleva a no salir y, seguramente, la ruindad de la situación también. Y todo es como un morirse, un dejar de ser…
Y llega el invierno y ya sin luz, el frío aprieta y apenas se va el sol hay que encender velas. Para una mecha y un poco de cera todavía queda.
Esa salud, cada vez más, quebrada; la edad octogenaria; la vista cansada; las manos torpes y consumidas por la artrosis… la vela que se resbala, el colchón que se prende, y, en vez de luz, la noche se hace humo y el aire se envuelve en niebla. En nieblas de tragedias y de lunas negras.
Y, ¡oh! Entonces la muerte le devuelve a la vida, la muerte nos desvela la miseria de sus últimos días. Todos los medios de comunicación se llenan de palabras huecas, que hay que vender audiencias. La avaricia de las eléctricas, que una vez cortado el suministro le cambia el contrato para cobrarle más dinero, aun a sabiendas que no iba a poder pagar. Y esas instituciones que fallar, fallan mucho, por demás (ayuntamientos, diputaciones, gobiernos autónomos…).
Y ¿nosotros? En el bar se va repitiendo la conversación: “¡Ladrones los de las eléctricas!” “¡A esos sin luz los dejaba yo!” Y ¡bla, bla, bla! Y después a casa que a ver los debates del “Sálvame” o de La Sexta, ahí se ahoga y se termina el enojo. Es el postureo de la neoreivindicación. Una vez que los tertulianos, bien pagados, nos han puesto en el camino de los pensamientos únicos, a la cama que mañana nos espera ese trabajo de chorrocientas horas por 500 euros mensuales. A tragar y tragar, bien domesticados a trabajar.
A Rosa ya la olvidamos mañana. Consumamos noticias, como consumimos realidad para olvidarla apresuradamente.
Pero, la verdad, a Rosa ya la olvidamos ayer, antes de morir; porque evitamos mirar la realidad. Habrá más Rosas debilitadas por la miseria de otra pensión. Por ninguna guardaremos un minuto de silencio ni habrá luto nacional, ni se pedirá justicia. Pero eso sí, debates de salón y sillón no faltaran, se reconocerán problemas: miseria energética, pensiones cicateras, exclusión social… pero hasta ahí. No habrá protestas, no habrá. Ni gente manifestándose, ni ná de ná. Esas cosas son antiguas y no se llevan ya.
Han inventado todos los cuentos. Nos los repiten, nos los repiten y nos los creemos. La realidad hay que taparla con farsas. Ya saben que “una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”. Nos venden humo e hipocresía para que nos fumemos la realidad.
Mar Molina, Miembro de la Coordinadora Provincial de IU Toledo.
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