A los hombres
Si a vosotros, a todos vosotros, os quiero decir que raro es el día que no desayunamos con alguna mujer asesinada. Y seguimos sumando.
«Un hombre mata a su mujer con un cuchillo». Eso es lo que aparece en las páginas de sucesos.
No hay portadas, ni ruedas de prensa, y ni mucho menos presupuestos, ni políticas para combatirla.
Y es que, ¿como nos estamos educando? ¿qué valores se siguen transmitiendo bajo el espejismo de la igualdad? ¿En nombre de qué amor seguimos hablando de celos, posesiones y frasecitas como «sin ti no soy nada»?
La realidad es que hemos cambiado la Sección Femenina por películas románticas de taquilla fácil y canciones de Malú, sin percibir, o sin querer hacerlo, porque la modernidad, supuéstamente, ha acabado con todo eso que relacionamos con el pasado, aunque el mandato de fondo es prácticamente idéntico.
La mayoría de las mujeres identifican la violencia con agresión, pero no lo hacen con las actitudes que implican control (espiar el móvil, exigir explicaciones constantes de donde y con quien se está, decir cómo debe vestirse o con quien no puede hablar,…). Eso es amor dicen; «Los celos son amor». Y esto retumba por las paredes de las casas y los centros educativos en el caso de las jóvenes; un hecho que provoca que los casos de violencia de género entre adolescentes aumentan.
Los asesinos de mujeres los produce la sociedad. Eso es un hecho constatado.
Y este es el claro síntoma de que algo no funciona bien, de que una parte de los hombres no está aceptando el cambio y la libertad de las mujeres.
Los agresores, no son mayoría, ni mucho menos, pero ¿y el resto? ¿donde están? ¿que hace el resto de los hombres?
La violencia es posible porque algunos hombres mantienen algún tipo de complicidad y cierta tolerancia hacia ella.
Ya sea por miedo, por egoísmo, por rencor o por una malentendida solidaridad masculina, lo cierto es que muchos hombres no hacen lo suficiente para acabar con la violencia de género. Lo cierto es que muchos hombres, sencillamente no hacen nada.
La violencia existente en el seno de una sociedad, es la suma de las violencias individuales de cada uno de sus miembros; la que cada una de las personas que la componen genera y la que es capaz de tolerar y asimilar.
Cada gesto, actitud o comentario discriminatorio contra las mujeres, abre el camino hacia los malos tratos.
!Hombres!: ¿Os habéis parado a pensar que podéis hacer algo más de lo que hacéis para luchar contra la violencia de género? Esta es la pregunta que os lanzo.
La mayoría hasta ahora os habéis limitado a contemplar desde la distancia este gravísimo problema, sintiéndoos libres de culpa y pensando que no erais vosotros los maltratadores. Pero eso no es suficiente. EL SILENCIO TAMBIÉN OS HACE COMPLICES.
Cada día, en este mismo momento, millones de mujeres están siendo maltratadas, y ante esto los hombres no pueden seguir manteniéndose callados, pretendiendo no tener responsabilidad moral ante las víctimas.
Hombres: Levantad vuestra voz y lanzad a la sociedad un claro mensaje de rechazo absoluto de las raíces de la violencia, negando cualquier razón que la justifique. No hay excusa posible.
Yo quiero hacer una petición a vosotros; hombres: No miréis a otro lado, no sigáis tolerando en vuestro entorno ninguna situación de violencia, sexismo o discriminación hacia las mujeres. Es vuestra responsabilidad actuar allí donde se dé o se prepare el horror. Denunciad aquellos casos que conozcáis y apoyad, sin ninguna duda, a las víctimas, pues estas necesitan de vuestra solidaridad.
Hacedlo por ellas y por vosotros, decid un NO rotundo a la violencia machista.
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