Partes sin el todo.
Nuestros cuerpos tienen partes, y esas partes juntas forman un todo. Un todo material y palpable, un vehículo con el que andamos con mejor o peor fortuna por el mundo.
En el caso de que la extrema necesidad empuje y las circunstancias para sobrevivir lo exijan muchas mujeres y niñas se han visto obligadas desde antiguo a vender todo su cuerpo. En estos momentos también vende partes de su cuerpo: su útero
Nuevamente son mujeres. Mujeres cosificadas y reducidas a sus partes; partes, que serán convenientemente explotadas para extraer el máximo beneficio que se pueda extraer de ellas.
Bajo la falsa ilusión de la libertad, bajo una ilusión de control y de decisión, de disposición sobre el todo y sobre las partes se somete a las mujeres constantemente.
Se pretende que firmen un contrato como garantía, pero solo es garantía de negocio.
El supuesto altruismo, que preside estas relaciones de alquiler y pago por los servicios de incubación de un ser humano, se dan en tan pocas ocasiones que causarían risa como justificación del negocio, sino fuera porque hablamos de explotación.
Son las mujeres pobres, con pocas posibilidades de salir de la pobreza las que firman estos contratos mercantiles donde el que gana es el intermediario. Porque admitir la regulación de esta práctica supone dejar el campo libre para la proliferación de iniciativas que contacten a los que demandan bebes con aquellas que pueden gestarlos, incluso a través de “ferias” como la que se celebraba en Madrid en mayo, declarando al bebé como un mero artículo que puede ser devuelto si presenta defectos (algo que en la práctica de otros países recogen los contratos entre las partes).
Durante muchos años a nuestro alrededor han existido parejas y personas individuales que por diversas circunstancias deseaban hijos sin poder tenerlos, y han resuelto multitud de trabas administrativas, legales e incluso económicas para acceder a la adopción; una adopción, que dotaba de un hogar a niños y niñas que lo necesitaban. Porque con la adopción lo que se pretende es garantizar el bienestar y los derechos de los niños y las niñas, con el alquiler de vientres lo que se intenta es satisfacer el deseo de consumo rápido creado por el capitalismo brutal que nos quiere imponer un modelo más de explotación disfrazándolo de derecho ineludible.
Por ello nuestra propuesta pasa por estudiar y mejorar los procesos de adopción que ayuden a garantiza la dimensión humana de un proceso que aúne derechos y deseos de padres, madre, de hijas e hijos y que no suponga la compra-venta de seres humanos.
Porque no solo son hijos e hijas los que tienen tu código genético.
Isabel Álvarez
Responsable del Área de Mujer IU Toledo Provincial.
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