POR EL 40 ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE LOS ABOGADOS DE ATOCHA.

 

 

En los difíciles años de la dictadura franquista, los trabajadores no disponían de medios donde canalizar y/o reivindicar mejoras salariales, sociales, derechos sindicales, etc., pues los derechos democráticos y las más mínimas libertades habían quedado suprimidas, después de la sublevación y victoria militar-fascista del General Franco contra el Gobierno legal de la II República.

Las comisiones obreras que surgen a principios de los años sesenta de forma espontánea en los centros de trabajo, para resolver problemas puntuales, crearon la perspectiva de poder hacer valer la fuerza de lucha de los trabajadores. En origen, estas comisiones no disponían de estructura organizativa y una vez resuelto o no, el motivo que las creaba, desaparecían. Lo que no desaparecía era la experiencia de poder, de alguna manera, unir a los obreros de una fábrica, trabajadores de un tajo, de una mina… para defender derechos elementales, como eran mayor seguridad en el trabajo, terminar con la contratación temporal, con los salarios de hambre y abusos de todo tipo. En este periodo, la parte más consciente de los trabajadores, entendieron la conveniencia de ocupar los cargos sindicales en las empresas aprovechando los cargos legales del sindicato vertical y combinarlos inteligentemente con la actividad extraoficial. Alternando de esta manera, la actividad legal con la semiilegal, se estaba más protegido de los golpes de la represión del régimen.

Fue, a partir de aquellos años sesenta, con la lucha social y obrera en las calles y en las empresas, cuando se inició un proceso de conquistas sociales, salariales y sindicales, que, al sistema dictatorial, le resultaba cada vez más difícil contener. Fueron años de concienciación de los trabajadores en las fabricas, de negociaciones de convenios colectivos de las grandes empresas y gremiales, provinciales y/o nacionales. Fueron años, en los que se ejercía el derecho sindical en las fábricas a pesar del sindicato vertical, en los que se practicaba el principio de huelga aun no estando reconocido ese derecho. Fluía la solidaridad de los trabajadores de unas empresas a otras. Ante todo ello, también se recrudecía la represión policial y de la patronal multiplicando las detenciones y endureciendo las medidas jurídicas a través del Tribunal de Orden Público, herramienta elemental represiva del dictador.

A mediados de los sesenta, la experiencia y la propia dinámica y extensión del conflicto social derivado de la lucha de clases en los centros de trabajo trajo como necesidad imperiosa, la coordinación y organización estable de aquellas comisiones obreras que en su comienzo surgieron de forma esporádica. Nacieron comisiones de trabajadores en prácticamente en todos los ramos de la producción y servicios. Los trabajadores más consecuentes y con mayor conciencia de clase se convirtieron en auténticos dirigentes en sus empresas y a nivel provincial y nacional: Marcelino Camacho, J. Ariza en PERKINS, A. Simón en FEMSA, Robledillo, Barroso, Migallón, en PEGASO, A. San Emeterio AEG, Eladio, A. Collado, en Barreiros; Evelio en Ruedarsa; Ulpiano en B. Delgado y otras decenas de dirigentes infatigables en el Metal de Madrid.

La CONSTRUCCIÓN Y OBRAS PÚBLICAS se convirtió con sus dirigentes Paco el Cura, Tranquilino Sánchez, Pedro Patiño, Arcadio, Macario, Trinidad García Vidales, Abelardo, en unos de los baluartes de lucha de la capital

ARTES GRÁFICAS con N. Sartoríus, V. Martínez Conde, S. Ruiz Soler, E. Esquinas y otros encabezaron jornadas de lucha jamás conocidas en este gremio.

La BANCA en Madrid, con A. Gallifa, L. Herrera, M. Orgáz, P. Gómez, Peláez, etc., dejó de ser “el sector de los privilegiados” para convertirse en un frente de lucha social importantísimo.

El sector TEXTIL, con QUIROS; TALLERES DEL CORTE INGLÉS Y CORTE FIEL donde N. Camacho García Moreno, Dulce Caballero y otras muchas luchadoras ejemplares supieron estar al frente de la lucha en un sector de la producción especialmente explotado por ser un gremio principalmente compuesto de mujeres.

En definitiva, la inmensa actividad reivindicativa y creciente conciencia de clase llevó a Madrid a ser uno de los principales focos de lucha por la libertad, la democracia y el bienestar social 

En aquel proceso, como no podía ser de otra forma, la clase obrera junto con el resto de las clases trabajadoras marcaron la pauta de lucha y las ya Comisiones Obreras como punta de lanza del futuro sindicato de clase constituidas a nivel nacional supieron estar a la cabeza del movimiento social por el cambio y sus dirigentes a escala de toda la geografía española se caracterizaron por su entrega inquebrantable. La sociedad española en su conjunto ya no estaba dispuesta a seguir viviendo bajo el yugo de una dictadura y el régimen se veía cada vez más débil y aislado. No obstante, el dictador, fiel a su condición fascista mantuvo hasta el final sus principios de represión a ultranza, hasta tal punto que incluso sectores en otro tiempo cercanos o afines al status del sistema entendieran la necesidad de buscar una” salida controlada”.

Ciertamente, nuestro país vivió en aquellos años una efervescencia política de alto nivel. La lucha reivindicativa trascendía ya de lo puramente económico y social y apostaba por cambios de mayor libertad y democracia. Las luchas estudiantiles eran cada vez más continuas y con mayor contenido en pro de una sociedad más acorde con los nuevos tiempos. Los intelectuales y profesiones liberales, médicos, escritores, abogados, artistas, investigadores y científicos etc., cada vez en mayor medida constaban que en el ámbito de una dictadura retrograda y trasnochada no podían desarrollar sus capacidades y sus anhelos de vivir en una sociedad libre. Se crearon infinidad de asociaciones y movimientos sociales: asociaciones de vecinos, de comerciantes, proliferaron las cooperativas de productores y consumidores, de profesionales, surgió con fuerza el movimiento feminista por la igualdad, despertó el movimiento solidario por los pueblos oprimidos y contra las guerras, especialmente la de Vietnam. Incluso en Ejército nació la Junta Democrática de Oficiales del Ejército. Algún sector de la Iglesia (principalmente en Cataluña y País Vasco) también se desmarcaros del régimen. En definitiva, cada vez existía mayor divorcio entre los inmovilistas del régimen y el resto de la sociedad. Cada vez más, la lucha de la clase obrera era más comprendida y apoyada por el conjunto de la ciudadanía.

Ante la represión, no obstante, persistente, los trabajadores contaban con un apoyo fundamental. Un grupo de abogados bastante numeroso se pusieron desde el comienzo de las luchas obreras al servicio de la democracia y, por ende, en ayuda y asesoramiento de los represaliados.

Sin esta ayuda, todo hubiese sido más difícil y todo el camino, que por aquel entonces se logró en bien de los trabajadores y de la sociedad española en su conjunto, hubiera sido más costoso o no se hubiera dado. Es en ese contexto, en el que todos los trabajadores y trabajadoras de este país debemos entender y sentirnos afectados por los dolorosos y execrables asesinatos sucedidos aquel inolvidable 24 de enero del 1977. Los asesinos no querían matar a cinco, ocho, diez o una docena de personas. Lo que pretendían era cortar el derecho de un pueblo a vivir en democracia. Lo que les inspiró, fue el odio a la vida en la felicidad y en la libertad de las personas. Los asesinos, no fueron solamente los que dispararon, detrás de ellos, estaban y siguen estando, los ingenieros del odio, de la prepotencia, de los que piensan que todo les pertenece. Como en todos los crímenes, existen los ejecutores materiales, los inspiradores, los que financian el crimen y los cómplices, pues bien, obviando la responsabilidad directa de los primeros, segundos y terceros, queda la responsabilidad no pequeña en calidad de cómplices, de quienes no persiguen o investigan debidamente, o no condenan de forma clara los entornos donde se cocinan los asesinatos y justifican las causas. Por cierto, me viene a la memoria, que todavía existe quienes todavía no han condenado el golpe militar fascista que costo a este país más de un millón de muertos y cuarenta años de dictadura.

Para nadie es un secreto, que los camaradas y compañeros asesinados en el nº 55 de la C/ Atocha hace hoy 40 años eran militantes comunistas. Tampoco es secreto que, en aquel difícil trance de ignominiosa provocación al PCE, al pueblo trabajador y a sus CCOO, todos, pero especialmente los comunistas, supimos dar un ejemplo de sensatez, entereza y civismo. Pero, a decir verdad, tampoco eso tuvo demasiado mérito, fue la actitud normal en personas educadas en la política de reconciliación nacional en la que nuestro partido nos educó.

 Como nos explicó muchas veces nuestro inolvidable Marcos Ana, con odio no se puede hacer política. Eso si, no tener odio, no quiere decir olvido, por ello, en este 40 aniversario queremos reivindicar la memoria de nuestros camaradas y aspirar a que todos y todas los verdaderos demócratas, los  trabajadores y trabajadoras oprimidas que sufren precariedad, quienes no disponen del derecho al trabajo, la gente desahuciada  etc., entiendan que: Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides, F. Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez, fueron asesinados, por formar parte de la vanguardia de nuestro país por conseguir un mundo mejor para todos.

¡SIEMPRE ESTAREIS EN NUESTRO RECUERDO!

Vicente Sánchez González

Miembro de la Asamblea Local de Izquierda Unida de Fuensalida

Militante del PCE.

1 Comment

  1. Virtual Private Servers el 31/07/2017 a las 18:52

    Juan Genov s, en la plaza de Ant n Mart n, a unos metros de Atocha 55, lugar donde se cometieron los asesinatos de los abogados laboralistas. Por otro lado, la Fundaci n Abogados de Atocha reconocer , en actos espec ficos, al movimiento vecinal y a los trabajadores que realizaban su labor por aquellas fechas en los despachos laboralistas de Atocha 55 y Espa oleto.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.